El pobre parece pobre, no porque tenga que ser así obligatoriamente, sino porque lleva un uniforme explícito e implícito que así lo demuestra. Si cambia ese uniforme cambiarán sus circunstancias porque las personas reaccionarán ante él de forma distinta. Aquellos que parecen débiles son tratados como tales, el poderoso parece fiable. Por tanto, necesitas aparentar ser poderoso y que se pueda confiar en ti.

Se trata de la imagen general que proyectas.
Viste como un rico y la gente pensará que lo eres y te tratará de acuerdo con ello. Aprende a comportarte con estilo, con clase. Aparenta pobreza y te darán un servicio pobre. Eso sí, olvida la ostentación y abraza la discreción. Pretendemos una elegancia discreta.
Además de la apariencia exterior hay que prestar especial atención a cómo hablas y a cómo piensas sobre el dinero. Contempla cómo caminas ¿aparentas ansiedad, nerviosismo, prisas…? Todo esto resta.
Actuar como si fueras rico permitirá que las personas ajusten su percepción de ti y sus relaciones contigo de acuerdo con ello.
Las apariencias son importantes y están relacionadas con la confianza que tienes sobre ti.
Chequeo de salud financiera
Los ricos hacen un chequeo de salud financiera de forma regular.
Las finanzas son importantes, y el chequeo financiero te permitirá conocer cómo fluye tu dinero.
Al realizarlo, podrás reaccionar a los cambios, dispondrás de más información para tomar decisiones.
El chequeo financiero de salud financiera conlleva:
- Conocer los saldos de tus cuentas bancarias y otros ingresos
- Hacer una lista de acreedores y deudores
- Comprobar los gastos de tarjetas de crédito y agruparlos
- Saber qué ingresos futuros van a llegar
- Conocer los gastos o pagos futuros
- Comprobar las domiciliaciones bancarias y gastos automatizados
- Comprobar tus inversiones y conocer la rentabilidad que ofrecen
- Comprobar tus aportaciones, donaciones, planes de jubilación, ahorro...
- Comprobar los préstamos existentes y su situación
- Comparar tu balance de ganancias y pérdidas con el año anterior
- Conocer tus impuestos
- Saber lo que ganas al mes, a la semana y al día
Recuerda: Olvidar una deuda, no la paga.
Este chequeo de salud financiero te permitirá tomar conciencia de la realidad. Mi recomendación es realizarlo trimestral o semestralmente.
«El gran Tramontina»
«No había en el pueblo peor trabajo que ser portero del prostíbulo.
¿Pero qué otra cosa podría hacer aquel hombre?
El hecho es que nunca había aprendido cómo leer ni escribir, no tenía ninguna otra actividad u ocupación.
Un día, entró como gerente del burdel un joven lleno de ideas, creativo y emprendedor, que decidió modernizar el lugar.
Hizo cambios y llamó a los empleados para dar las nuevas instrucciones.
Al portero le dijo:
—A partir de hoy, usted, además de estar en la entrada, va a preparar un informe semanal donde registrará la cantidad de personas que entran y sus comentarios y quejas sobre los servicios.
—Yo adoraría hacer eso, señor, balbuceó. - Pero no sé leer ni escribir.
—¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Pero si es así, ya no puede seguir trabajando aquí.
—Pero señor, no puede despedirme, he trabajado en esto mi vida entera, no sé hacer otra cosa.
—Mire, lo entiendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le daremos una buena indemnización y espero que encuentre algo que hacer. Lo siento y que tenga suerte.
Dicho esto, se dio la vuelta y se fue. El portero se sentía como si el mundo se le derrumbara. ¿Qué hacer?
Recordó que en el prostíbulo, cuando se rompía alguna silla o una mesa, él las arreglaba, con esmero y cariño.
Pensó que esto podría ser una buena ocupación para conseguir un trabajo.
Pero solo contaba con algunos clavos oxidados y una pinza mal cuidada.
Usaría el dinero de la indemnización para comprar una caja completa de herramientas.
En el pueblo no había tienda de herramientas, debería viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano para comprar. Y así lo hizo.
A su regreso, un vecino llamó a su puerta:
—Vengo a preguntar si tiene un martillo para prestarme.
—Sí, acabo de comprarlo, pero lo necesito para trabajar, ya que...
—Bueno, pero yo se lo devolveré mañana muy temprano.
—Si es así, está bien.
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino llamó a la puerta y dijo:
—Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
—No, lo necesito para trabajar y además, la ferretería más cercana está a un viaje de dos días, en mula.
—Vamos a hacer un trato - dijo el vecino.
Le pagaré los días de ida y vuelta, más el precio del martillo, ya que está sin trabajo en este momento. ¿Qué piensa?
Realmente, esto le daría trabajo por dos días más. Acepto.
Volvió a montar su mula y viajó.
A su regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su hogar.
—Hola, vecino. Usted vendió un martillo a nuestro amigo.
Necesito algunas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus días de viaje y una pequeña ganancia más para que me las compre, porque yo no tengo tiempo para viajar para hacer las compras.
¿Qué piensa?
El ex portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Pagó y se fue. Y nuestro amigo guardó las palabras que escuchaba: " No tengo tiempo para viajar a hacer las compras”.
Si esto es así, muchos requerirán de él para viajar y traer herramientas.
En el próximo viaje, arriesgó un poco más de dinero, trayendo más herramientas de las que había vendido.
De hecho, podría economizar un poco de tiempo en los viajes.
La noticia comenzó a esparcirse por el pueblo y muchos, queriendo economizar el viaje, hacían encomiendas.
Ahora, como vendedor de herramientas, una vez por semana viajaba y traía lo que necesitaban sus clientes
Con el tiempo, alquiló un galpón para almacenar las herramientas y unos meses más tarde, se compró una vitrina y un escaparate y transformó el galpón en la primera ferretería en el pueblo. Todos estaban contentos y compraban allí.
Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban los pedidos. Él era un buen revendedor. Con el tiempo, la gente de los pueblos cercanos prefería comprar en la ferretería, que tener que gastar días en viajes.
Un día se acordó de un amigo suyo que era tornero y herrero y pensó que él podría fabricar las cabezas de los martillos.
Y entonces, por qué no, los destornilladores, las pinzas, los cortadores, etc. ...
Y después estaban los clavos y los tornillos...
En pocos años, se convirtió, con su trabajo, en un fabricante de herramientas rico y próspero.
Un día decidió donar una escuela al pueblo.
En ella, además de la lectura y la escritura, los niños aprendían algún oficio.
En el día de la inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad, lo abrazó y le dijo:
—Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos que nos conceda el honor de poner su firma en la primera página del libro de actas de esta nueva escuela.
—El honor sería mío, dijo el hombre. Sería algo genial firmar ese libro, pero no sé leer ni escribir, soy analfabeto.
—¿Usted? Dijo incrédulo el alcalde. ¿Construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? ¡Esto es increíble! Y le preguntó:
—¿Qué hubiera sido de usted si supiese leer y escribir?
—Eso lo puedo contestar, el hombre dijo con calma:
—Si yo supiese leer y escribir... seguiría siendo el PORTERO DEL PROSTÍBULO.»
Esta historia es verdadera, y se refiere a un gran industrial llamado Valentín Tramontina, fundador de Industrias Tramontina, que hoy cuenta con 10 fábricas, 5.500 empleados, produce 24 millones de unidades varias al mes y exporta bajo su propia marca a más de 120 países – es la única empresa brasileña en esta condición. La ciudad que se menciona es Carlos Barbosa, y está en el interior de Río Grande do Sul.
Por lo general, las oportunidades son vistas como adversidades.
Las adversidades pueden ser nuestras mejores compañeras. Las crisis están llenas de oportunidades.
Recuerda la sabiduría del agua: "El agua nunca discute con sus obstáculos, sino que los rodea”.
Que tu vida este llena de victorias. No importa si son grandes o pequeñas, lo importante es celebrar cada una de ellas.


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- 4 noviembre 2023
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