Dentro del mundo de los ricos, del dinero, las inversiones, los inmuebles está lo que se conoce como justicia e injusticia. Es más, nos envuelve continuamente.
Se habla constantemente de lo justo o injusto. Por eso me ha gustado esta historia que te comparto
“En el primer día de clase, el profesor de “Introducción al Derecho” entró al aula y lo primero que hizo fue pedir el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila:
– ¿Cuál es su nombre?
– Mi nombre es Diego, señor.
– ¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! – Gritó el maestro desagradablemente.
Diego estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente recogió sus cosas y salió del aula.
Todo el mundo estaba asustado e indignado, pero nadie habló.
– ¡Muy bien! Vamos a empezar – dijo el profesor – ¿Para qué sirven las leyes? – preguntó el maestro – Los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta:
– Para tener un orden en nuestra sociedad.
– ¡No! – Respondió el profesor.
– Para cumplirlas.
– ¡No!
– Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones.
– ¡No!
– ¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta?
– Para que se haga justicia – una muchacha habló con timidez.
– ¡Por fin! Es decir, por la justicia.
Y ahora, ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan vil del profesor. Sin embargo, continuaron respondiendo:
– Para salvaguardar los derechos humanos …
– Bien, ¿qué más? – preguntó de nuevo.
– Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien …
– Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta: “¿Actué correctamente al expulsar a Diego del aula?”
Todos estaban en silencio, nadie respondió.

– ¡Quiero una respuesta por unanimidad!
– ¡No! – Todos contestaron con una sola voz.
– ¿Se podría decir que he cometido una injusticia?
– ¡Sí!
– ¿Y por qué nadie hizo nada al respecto?
¿Para que queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a Diego – dijo –. Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período.
– Aprendan que cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.”


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