He disfrutado mucho leyendo la biografía de Will Smith. Sin duda un tipo peculiar que ha conseguido cuotas de éxito inimaginables, pero ¿qué se esconde detrás de todo ello? Posiblemente su forma personal de ver la vida.
Y para muestra algunos botones…
Veamos algunos párrafos maravillosos, aquí hablando de “los opuestos”:

«La renuncia pasó de ser una palabra de debilidad a un concepto de poder infinito. Siempre había tenido un sesgo hacía la acción: empujar, tirar, esforzarme, luchar y hacer. Hasta que me di cuenta que sus opuestos eran igual de poderosos: la inacción, la receptividad, la aceptación, no resistirse, ser. Detenerse era tan potente como entrenar. El silencio era tan potente como hablar.
Dejarse ir era tan potente como aferrarse. Renunciar ya no implicaba una derrota. Ahora era una herramienta de manifestación muy poderosa. Perder podía equivaler a ganar en términos de mi crecimiento y mi desarrollo.
Comencé a entender una frase de Gigi que me desconcertaba: “Déjalo ir y déjaselo a Dios” . Siempre me había parecido mal. Era como renunciar a toda responsabilidad, algo que uno dice cuando es demasiado holgazán para hacer lo que ha de hacer, para construir la vida que quiere vivir. De repente significaba algo muy distinto, algo mágico.
La energía sigue fluyendo mientras dormimos. Es la energía que calienta el sol, que mueve el océano y que hace latir nuestro corazón. No tenemos que hacerlo todo. Los opuestos importan.”
Una frase suya que aparece en el libro es:
“Dinero con miedo no llama a dinero”.
¡Interesante...!
Otro apartado importante en la vida de Will Smith, fue su padre. Ambos tuvieron una relación curiosa, y aquí lo demuestra con la pasión que tenía su padre al ajedrez:
Su padre le enseñó a jugar al ajedrez a los 7 años. Jugaba casi todas las noches, preparaba el tablero en el porche de atrás. El padre también jugaba con su vecino John. Un hombre de su edad. La educación del padre de Will Smith era la de no facilitar la vida a su hijo Will, sino prepararle para una vida que le permitiera acarrear y enfrentarse a las dificultades.
Por este motivo, machacaba en todas las partidas a Will. Después de algunos años, cuando cumplió 13 años, Will seguía estudiando el ajedrez y aprendió una apertura denominada la española. No se lo podía creer, había acorralado a su padre, pero después de tantos años perdiendo, era incapaz de hacer jaque mate.
El padre se dio cuenta y le animó:
—Me tienes pillado, adelante termina la partida.
Así lo hizo y por primera vez Will ganó a su padre después 6 años. Su padre le dio la mano, cogió el cigarrillo y la copa y entró en su casa.
Pero… curiosamente después de esa partida, su padre no volvió a jugar con Will durante años. Will pensó que su padre era un mal perdedor. Pero la realidad es que su padre quería que su hijo guardase ese recuerdo perfecto de las partidas de ajedrez con él, quería que su mente grabara que finalmente le ganó. Quería que ese recuerdo se le quedase siempre presente y que no se mezclase entre otras partidas, por eso decidió no jugar más. Era una forma de trabajar la mente de su hijo.
Bonita historia real.
Para acabar esta primera parte, veamos qué opina Will Smith sobre el éxito:
“El éxito plantea una paradoja extraña y perturbadora. Cuando no tienes nada, sufres el temor y el dolor de tener que esforzarte al máximo para lograr tus objetivos. Pero, cuando lo tienes todo, sufres la pesadilla brutal y recurrente de perderlo.
Solo hay un miedo peor al miedo a no conseguir lo que deseas: el miedo a perderlo”.


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