Apreciar lo bueno y Requisitos para operar en la Bolsa

En los años 90 fui formador de los cursos Carnegie en España. Dale Carnegie es un método pedagógico extraordinario cuyos pilares centenarios continúan vigentes: la importancia de las relaciones humanas y de la comunicación así como la creencia de que las personas son las piezas clave que marcan la diferencia. Esta organización está presente en más de 75 paises.

He leido todos los libros de Dale Carnegie (1.888 – 1.955), su fundador, y siempre me ha encantado su forma de tratar los problemas, de vender, de comunicar. Dale Carnegie es otro ejemplo de «self made man» -hombre hecho a si mismo-. En uno de sus libros Carnegie cuenta la siguien ánecdota que le ocurrió personalmente, la tengo mucho cariño: (Apreciar lo bueno que tenemos) «Harold Abbott solía llevarme a impartir conferencias, y un día nos encontrabamos en la ciudad de Kansas, y le pregunté cómo evitaba las preocupaciones, y me contó una historia llena de inspiración que jamás olvidaré:

– Solía preocuparme mucho, pero un día de primavera, allá en 1.934, caminaba por la calle Doughertym en Webb City, cuando ví algo que desterró todas mis preocupaciones. Todo sucedió en cuestión de diez segundos, pero durante esos diez segundos aprendí más acerca de cómo vivir de lo que había aprendido en los diez años anteriores.

Durante dos años estuve al frente de una tienda de comestibles -proseguía Harold- perdí no solamente todos mis ahorros, sino que también contraje tantas deudas que necesité 7 años para saldarlas. Había cerrado mi tienda el sábado anterior y en ese momento me dirigía al Banco de Comerciantes y Mineros para solicitar un préstamo a fin de ir a la ciudad de Kansas en busca de trabajo.

Caminaba como un hombre derrotado; había perdido todos mis deseos de lucha y mi fe. De pronto vi venir por la calle a un hombre a quien le faltaban las piernas. Iba sentado sobre una pequeña plataforma de madera equipada con ruedas de patines y se impulsaba a lo largo de la calle con un trozo de madera que llevaba en cada mano. Me cruzé con él justamente cuando acababa de cruzar la calle y empezaba a levantarse unos cuantos centímetros del suelo, sobre el bordillo para subir a la acera. Mientras ladeaba su pequeña plataforma de madera en cierto ángulo, sus ojos tropezaron con los míos y me saludó con una amplia y maravillosa sonrisa:

-Buenos días señor. Hace una linda mañana, ¿no es verdad?, me contestó animoso.Mientras me que quedaba mirándolo, comprendí lo rico que era; yo tenía dos piernas podía caminar. Me sentí avergonzado de mi autocompasión. Y me dije a mi mismo: «Si él puede sentirse feliz y mostrarse confiado sin piernas, ciertamente yo puedo hacerlo con mis piernas».

Empezaba a sentir que mi pecho se levantaba. Pretendía solicitar en el Banco únicamente 100 dólares, pero ahora tuve el ánimo de pedir doscientos. Tenía intención de decirles que quería dirigirme a la ciudad de Kansas para obtener un trabajo. Logré que me concedieran el préstamo y obtuve el trabajo. Ahora, en el espejo de mi baño, he pegado las siguientes palabras, y acostumbro leerlas cada mañana mientras me afeito:

«Me sentia triste porque no tenía zapatos, hasta que, en la calle, me encontré con un hombre que no tenía pies.» Preciosa historia, según mi humilde opinión. Espero que te haga pensar, (como me ocurrió a mi) sobre la magnitud de nuestros problemas, preocupaciones. Eddie Rickenbacker estuvo a la deriba en el mar, en el medio del Pacífico, junto a sus compañeros en balsas salvavidas durante 21 días. En una entrevista respondió:

– «La lección más grande que aprendí con esta experiencia es que si tienes toda el agua fresca que necesitas para beber, y todo el alimento que quieras comer, jamás deberías quejarte de nada.» Vamos a preguntarnos: ¿De qué diablos me preocupo en este mismo momento? Alrededor de un 90 por ciento de los aspectos de nuestra vida andan bien, y alrededor de un 10 por ciento andan mal. Si queremos ser felices, todo lo que tenemos que hacer es concentrarnos en el 90 % que marcha bien. Si deseamos preocuparnos, amargarnos y padecer úlceras de estomacales, todo lo que tenemos que hacer es concentrarnos en el 10 % que anda mal.

Carnegie aseguraba que a lo largo de la vida tan solo un 10 % de las cosas que nos preocupaban sucedian realmente, y muchas veces ni siquiera ocurrían. De cada 10 tan solo 1. Pero la energía que gastabamos en preocuparnos por tantos fantasmas, hacía de nuestra vida una constante tortura. Tú y yo ya somos ricos: ¿venderías tus ojos por mil millones de euros? ¿Qué aceptarías por tus dos piernas? ¿y por tus manos? ¿por tu familia? ¿por tu pareja? Suma todos estos activos y calcula su valor.

Pero, ¿acaso valoramos todos esto? Creo que no. Miento, lo valoramos cuando una terrible enfermedad o accidente nos lo intenta arrebatar. Shopenhauer dijo una vez:

«Muy rara vez pensamos en lo que tenemos, pero siempre pensamos en aquello que carecemos.» Esta es una de las mayores tragedias del ser humano. Un gran amigo que falleció en un accidente aéreo lo denominaba: «Siempre es más verde la hierba al otro lado». Esta actitud ha provocado y provoca los mayores sufrimientos.

Hay dos cosas que debemos ambicionar en la vida: primero obtener lo que deseamos, y después de eso, disfrutar de ello. Solamente los más sabios logran lo segundo. Termino con otra historia real (efectivamente me encantan las situaciones ocurridas por seres que superan la adversidad):

«Borghild Dahl fue una mujer (arriba en la foto) que escribió 17 libros, entre ellos el más conocido: I Wanted to see -Quería ver-; este libro fue escrito por esta mujer que durante medio siglo estuvo prácticamente ciega. Solo tenía un ojo y estaba tan cubierto por gruesas cicatrices que sólo podía ver un libro únicamente si lo sostenía muy cerca de su rostro, y forzando su único ojo hacía la izquierda.

Ella se negaba a que la compadecieran, se negaba a que la consideraran como una persona «diferente». Cuando era niña, quería jugar a la rayuela (marcar unos números en el suelo con tiza y tirar una piedra saltando) con los demás niños, pero no podía ver las marcas, de manera que cuando todos se iban a casa, ella se tiraba al suelo y se arrastraba con el ojo muy cerca de las marcas. Memorizaba cada pedazo del terreno en donde jugaban ella y sus amigos; muy pronto se convirtió en una experta en los juegos en los que era necesario agudizar la vista.

Practicaba la lectura en su hogar, sosteniendo un libro de letras grandes tan cerca de su ojo que las pestañas rozaban las páginas. Obtuvo titulos universitarios y un doctorado en Artes de la Universidad Columbia. Fue profesora durante 13 años de Periodismo y Literatura en la Universidad Augustana de Sioux Falls en Dakota del Sur. Ella cuenta que tenía un gran temor por quedarse ciega totalmente, pero a fin de sobreponerse a ello, adoptó una actitud animosa y casi humorística hacía la vida.

En 1.943 cuando tenía 52 años sucedió un milagro: una intervención quirúrgica en la famosa Clinica Mayo. Ahora podía ver 40 veces más de lo que jamás había visto. Ante ella se abría un emocionante mundo nuevo, lleno de bellezas. Ahora incluso encontraba emocionante lavar los platos en el fregadero, jugaba con la blanca espuma. Encontraba tal éxtasis contemplando las burbujas de jabón y los gorriones.»

Moreleja: ¡Piensen en todo lo bueno que tienen, no en sus problemas!

Video/Audio Capitulo 182: «Requisitos para operar en los mercados financieros» Duración: 08.31 minutos.  

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